Cómo unos boneless me enseñaron tanto sobre la vida.

¿Boneless?

¡Exacto!, boneless de pollo, pequeñas bolas de pollo empanizado sin hueso, me cambiaron la vida y me hicieron verla de otro modo más placentero, te preguntarás, bueno, ¿y este guey qué? ¿qué relación tienen unos boneless con el sentido de la vida misma?, ¿estaban muy picantes y casi se muere del picor y eso lo hizo valorar su vida? o ¿contenían una sustancia sobrenatural que cayó en el chile con el que se hizo la salsa y le dio super poderes y ahora no tiene huesos y es elástico y avienta boneless con las manos? o simplemente andaba borracho y se le ocurrió esta reverenda estupidez.

¿Y por qué boneless?

Pues la verdad es que no tiene mucho que ver con las boneless en sí, pero a su vez tiene todo que ver, para no aburrirlos, me refiero a «el disfrute de la vida», un tema bastante shoteado en todos los idiomas, países, creencias, corrientes filosóficas, frases de motivación, tatuajes de adolescentes, trending topic de hashtags, tema de playeras y gorras más vendidas de Cancún y conciertos de música electrónica, imágenes de Facebook de los «buenos días», recurso infalible del Community Manager cuando no sabe ni que carajos publicar, entre otros eslóganes y conceptos publicitarios de marcas para sus campañas.

¿Y saben por qué lo hacen?, porque aunque existimos los amargados y anti-cursis, cuya emoción principal fue la verdulera «disgusto» o el chiquito pero picoso «ira» en la película de Intensa mente y aunque hagamos el feo a estas manifestaciones, el concepto sigue funcionando, porque es la verdad, los seres humanos somos cambiantes, por ejemplo, un momento decimos que el amor no existe y todos son bien hipócritas y en el otro ya nos enamoramos y posteamos cada cosa romántica, subimos fotos con canciones de amor y creamos toda clase de apodos cursis para nuestra pareja, después cortamos y vemos el timeline de Facebook después de unos años y decimos ¡ah cabrón!, ¿ese soy yo?

 ¿Y qué demonios tienen que ver los boneless?

La historia de cómo llegué a este encabezado tan irrelevante es bastante simple, asistí a un restaurante-bar de la localidad de mi natal Monterrey, N.L México, a un festejo de un amigo y ya había cenado y estaba a dieta pero me entró la gula y ordené unos boneless bañados en salsa búfalo, ¡ah!, pero eso si con apio y zanahoria, ¡eh!, al llegar a la mesa y dar el primer bocado, todo cambió, del blanco y negro al color como dice Camila, sentí una calma inmensa, el sabor de la salsa y el pollo, todo en cámara lenta, fue como si terminales nerviosas y papilas gustativas se coordinaran súbitamente en un orgasmo intergaláctico de sabor, que me despertara de un estado de piloto automático y por primera vez en mi vida, estaba disfrutando al cien por ciento una comida, mi madre siempre dice: «saborea la comida» y yo «seee» y me la tragaba en 2 minutos, pero ahora si estaba viviendo el momento, como de película como si todos estuvieran en cámara lenta y yo fuera el único a velocidad normal, voltee a ver mi entorno y las diferentes situaciones que surgían en el bar, una muchacha aburrida en una cita, compañeros de trabajo pasándola bien, cumpleañeros, meseros desesperados, hasta la mosca que pasó por enfrente le vi las intenciones.

Y al sentir esto me dije, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que sentí algo así por última vez? y ¿cuánto tiempo pasará para que vuelva a suceder? a esto le llamo «pisar descalzo» pero es ahí donde hacemos pausa, y lo digo en plural porque estoy seguro de que ya lo han experimentado, sentir que los años han pasado, que tus planes y tu vida han cambiado, te preguntas, ¿Soy feliz?, ¿Cómo era de niño?, ¿Cómo imaginaba mi vida de grande?, ¿Estoy con la persona correcta? ¿Porqué estoy solo? ¿Cómo carajos llegué aquí? y lo más importante, ¿Estoy disfrutando cada momento de mi vida o los estoy desperdiciando?

¿Suena familiar? yo creo que sí, a todos nos ha pasado o nos ha llegado este cubetazo de agua helada, que nos hace volver a la realidad, de un momento a otro te preguntas, ¿qué demonios está pasando?, en ese momento me sentí tan en paz, como lo oyen, en paz. En vez de preocuparme y caer en crisis existencial, respiré y di gracias a dios porque pude ver esto a tiempo, y no es que esté arrepentido de no haber disfrutado más mi vida, al contrario, estoy feliz de saber que todo fue perfecto para llegar a este punto tan sabroso, y no hablo por los boneless, sino el sabor orgasmi-dulce de saber que tengo el control de mi vida.

De esta manera, me doy cuenta y sostengo, cuán importante es aprovechar cada minuto de nuestras vidas y vivirlo despierto, con los pies descalzos, no convertirnos en zombis rutinarios es la tarea para un día no tener que despertar desorientado y completamente arrepentido de lo que no hicimos, el mentado «hubiera» ¡si existe!, el YOLO también, ¡claro!, a una escala saludable, a todo esto se le puede denominar despertar de conciencia o burdamente problemas existenciales o de autoestima, que son bastante comunes y muy criticados, pero son la raíz de la mayoría de los éxitos humanos, todas las historias de éxito de personas célebres empiezan con «un día desperté».

Sugiero que presten atención a estos despertares y los tomen en cuenta en su vida, tal vez aprendan mucho ¿y tú, hace cuánto no pisas descalzo? no tengas miedo, hazlo. Por lo pronto, se me antojan unos boneless, y ¿tú, ya sabes que vas a ordenar?


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